Referendum europeo y armonización


Mañana, jueves 12 de junio, los irlandeses votarán en referendum el tratado de Lisboa. Los colegios cerrarán creo que a las 10, los responsables del recuento se irán a tomar una Guinness y luego a descansar y al día siguiente a primera hora empezarán a contar -¡que flema!. En las instituciones europeas contendrán el aliento esa noche.

Fuente Ap-via news.bbc.co.ukLa Unión Europea se la juega otra vez a una carta. De los 27, sólo Irlanda someterá el tratado de Lisboa a referendum, salvo que los jueces británicos obliguen también al gobierno de Brown a convocar una consulta popular. Los irlandeses tienen una especial relación con la Unión Europea. Son, sin duda, el país que más beneficios ha obtenido de su adhesión, pero en su seno hay fuertes corrientes anticomunitarias, especialmente la del neutralismo, una de las señas de identidad del EIRE, corrientes que ya tumbaron en un primer referendum el non nato Tratado Constitucional, aprobado finalmente en una segunda consulta. En esta ocasión, ningún otro estado se ha atrevido a someter a referendum un texto que es un verdadero galimatías jurídico, que tiene todos los inconvenientes de la Constitución y ninguna de sus ventajas.

A favor del tratado están el gobierno y los principales partidos de la oposición, que representan al 90% de los votantes. En contra el Sinn Fein, los Verdes y un heterogeneo movimiento, Libertas, liderado por un millonario. Los agricultores, grandes benefiados de la Política Agraria Común, han terminado por apoyar el sí después de que el gobierno les prometiera que vetará el recorte de subisdios que negocian la UE en el marco de la Organización Mundial del Comercio. El último sondeo da un 42% al sí, un 39% al no y casi un 20% dicen no saber que van a votar. Así que todo es posible.

Hoy mismo, Jerry Adams daba un mitín en O’Connell Street, muy cerca del edificio Correos, centro de la revuelta nacionalista de la Pascua de 1916. Aseguraba que si el tratado se rechazaba se abriría una nueva negociación y citaba como argumento su experiencia en el proceso de paz de Irlanda del Norte. Pero, no, los 27 están exhaustos, y posiblemente el tratado entrara en un difícil proceso, con los países más euroescépticos parando el proceso de ratificación.

Uno de los argumentos de los partidarios del no es que la armonización fiscal obligaría a elevar el impuesto de sociedades, ahora en un 12,5% en Irlanda. Armonización, esa es la gran cuestión. Armonizar es establecer unos límites comunes entre los que tienen que situarse los respectivos derechos nacionales. Armonizar puede suponer para Irlanda subir el impuesto de sociedades. Pero armonizar es permitir la semana labora de hasta 70 horas o elevar el periodo de detención de los inmigrantes a 18 meses. ¿Se atrevería ahora alguien a someter el tratado a referendum en los países del sur donde los sindicatos siguen siendo poderosos?.

So capa de dar facilidades a los últimos socios, la alianza de Francia, Reino Unido, Alemania e Italia desmonta el estado social y hasta el estado de derecho. Y todo ello mediante una mezcla de procedimientos burocráticos y negociaciones interguberanmentales nada transparente. Luego los mismos que han pactado las medidas vuelven a casa y dicen que «lo impone Bruselas». Europa sigue adoleciendo de un verdadero proceso democrático. Y no se logrará hasta que no haya elecciones al Parlamento Europeo sobre la base de una lista común para los 27, lo que permitiría representar adecuadamente todas las corrientes y crear un movimiento de opinión pública verdaderamente europeo.

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