
Ni en lo personal, ni en lo colectivo, es posible predecir que nos traerá un nuevo año, qué riesgos nos esperan.
La Covid seguirá ahí en 2022. Algunos expertos aseguran que la variante Ómicron puede ser el final de la pandemia. Con su alta transmisibilidad se convertirá en la variante dominante, pero con cuadros leves, al menos entre los vacunados. Mientras no se vacune a toda la población mundial, sigue siendo alto el riesgo de mutaciones peligrosas, por eso sería tan necesario suspender, al menos temporalmente, las patentes de las vacunas.
Otro riesgo presente en 2022 será el regreso a una espiral inflacionista. El origen está en el encarecimiento de las materias primas, especilmente la energía. Los economistas neoliberales nos vuelven a vender viejas fórmulas: subidas de tipos por lo bancos centrales y que los trabajadores pierdan poder adquisitivo. Todo ello nos llevaría a una parálisis económica, mayor desigualdad y seguramente a estallidos sociales.
Por supuesto la mayor amenaza serán lo fenómenos meteorológicos extremos, consecuencia del calentamiento global.
Menos conciencia existe de los riesgos geopolíticos, ignorados por las televisiones que siguen siendo la fuente informativa de la mayoría de la población. Se cumplen ahora treinta años de la implosión de la Unión Soviética. Putin sabe que no puede reconstruir la Unión Soviética, pero apuesta firme por mantener una influencia directa sobre Ucrania y Bielorrusia, que considera como parte sustancial de la madre Rusia, desgajadas ilegítimamente por los comunistas.
Putin no puede aceptar el acercamiento de Ucrania a la OTAN, que se ha ido produciendo después de la anexión de Crimea. En este momento Rusia tiene desplegadas en la fronteras de Bielorrusia y Ucrania importantes fuerzas, que pueden intervenir en las repúblicas independentistas de Donetsz y Lugantzs o inluso en la propia Ucrania. Estados Unidos y la UE amenazan con sanciones absolutas, en ningún caso con represalias militares. Putin podría responder cerrando el grifo del gas a Europa. Putin es un jugador duro, pero racional. La Historia tiene muchos ejemplos de cómo las guerras comerciales y las estrategias de tensión pueden irse de las manos y terminar en guerra caliente.
Después de la caída del Muro, Mitterrand propuso crear una organización de seguridad eurosiática.
En 2011 Putin propuso a la UE una integración euroasiática desde Lisboa a Vladivostok. Habría que haber explorado estas posibilidades para lograr una seguridad colectiva.
Como siempre viviremos en el mejor y el peor de los mundos (Dickens dixit)
OS DESEO LO MEJOR PARA 2022.
martes, 27 Dic 22 a las 11:04 am
[…] privilegiada, solo una mirada más amplia sobre la información de dominio público, lo que hace un año me permitió avanzar como principal riesgo geopolítico Ucrania. Este año presento esta reflexión bajo la forma de posibles y muy probables […]