Hay dos iconografías populares de la Navidad que me trasladan un mensaje de dignidad.
Una es la quintaesencia de la Navidad, el portal de Belén. Unos padres cuidan de su hijo recién nacido en el margen de la sociedad, en condiciones míseras, pero con amor (por cierto ¿no tendrá Razintger cosas más serias de que ocuparse que del buey la mula?).
La otra es la de la lotería, donde siempre el gordo «está muy repartido» entre los más pobres, que lo usan para «tapar agujeros». Claro, los millonarios no bajan a la administración a descorchar el cava, ni, tampoco, desde luego, los Fabra a los que les toca todos los años.
Hoy, cuando se destruyen las redes de solidaridad, cuando el estado social quiere convertirse en negocio con un residuo de beneficencia, cuando se desmontan las instituciones de conocimiento, cuando se produce una masiva transferencia de recursos de las clases populares y medias hacia los más ricos, cuando el estado de derecho avanza hacia un estado de excepción, la dignidad la encarnan los que resisten:
– Los que resisten al expolio de las hipotecas y las preferentes;
– Las mareas blancas, verdes, amarillas que luchan por el mantenimiento de los servicios públicos;
– Los que luchan por una democracia real, ya;
– Los que se quedan sin trabajo para hacer nuestra economía más «competitiva»;
– Los trabajadores de los ERES de Telemadrid y la radiotelevisión valenciana, víctimas de la limpieza ideológica;
– Los que buscan fuera las oportunidades que aquí se les niegan:
– Los voluntarios del Gallinero que luchan por la dignidad de los gitanos rumano;
– Los médicos que hacen objección para atender a los emigrantes.
Y tantos otros que, aunque saben que posiblemente pierdan su batalla porque el enemigo es poderoso, resisten por dignidad.
A todos, Navidad con dignidad.
Os dejo este villancico con Camarón, que me parece refleja bien ese espíritu de dignidad de la Navidad tradicional.
miércoles, 02 Oct 13 a las 2:49 am
muy curioso tu blog, acompañado de buena música.