Consolidación financiera.- Léase, recortes presupuestarios, especialmente en gasto social.
Reformas.- Léase, liberalización, desrregulación y recorte de derechos laborales.
Estabilidad de las pensiones.- Léase, aumento de la edad de jubilación y reducción de las cuantía de las prestaciones.
Y así, podríamos seguir con un diccionario de la crisis.
En todas las épocas, el poder manipula las palabras para sus fines, a veces mediante el simple uso de eufemismos; otra, subvirtiendo su verdadero significado.
Los totalitarismo fueron maestros en esta intoxicación. La lengua puede llegar a convertirse en una neolengua, como la que Orwell construye en su 1984. Antes, Victor Klemperer, un lingüista alemán, estudió en medio de una situación de grave riesgo personal (era judío), la mixtificación a que el nazismo sometió a la lengua alemana.
Hoy traigo a este blog un nuevo artículo de Francisco Rodríguez Pastoriza sobre Klemperer, publicado en el suplemento Los Sabados del Faro de Vigo, de 9 de abril (que el periódico gallego no ha colgado en su web).
AL RESCATE DE VICTOR KLEMPERER
La lectura de “Quiero dar testimonio hasta el final”, sus diarios de la época nacionalsocialista, son un ejemplo de resistencia a la barbarie
Francisco R. Pastoriza (*)
La reciente publicación de Literatura universal y literatura europea de Victor Klemperer (Acantilado), es una excelente ocasión para recordar la obra y la personalidad de uno de los autores casi olvidados de las letras europeas. Víctima de la persecución contra los judíos en la Alemania nazi, expulsado de su cátedra de Filología románica de la Universidad de Dresde, pudo evitar su deportación temporalmente a los campos de exterminio gracias a estar casado con una alemana de raza aria, la pianista Eva Schlemmer, que compartió con él, heroicamente, todas sus humillantes situaciones. En la madrugada del día que tenía que ser deportado a un campo de exterminio, el 13 de febrero de 1945, se produjo el último bombardeo aliado sobre Dresde. Klemperer aprovechó el caos provocado para huir de la ciudad, acompañado de su esposa, en un viaje lleno de penalidades, que registró minuciosamente en sus memorias Debo dar testimonio hasta el final, que no fueron publicadas hasta 1995.