No a la externalización de la información en TVE


Captura de un vídeo donde un grupo de reporteros de distintos medios recogen declaraciones de Santiago Abascal. Se aprecian dos micrófonos de TVE, uno si más indicativos y otro en el que debajo de TVE aparece el logo de «malas lenguas». Parecen dos medios distintos, compitiendo.

Sé que me voy a meter en un jardín porque los programas («Mañaneros 360» y «Malas Lenguas) que voy a comentar tiene muchos seguidores en la izquierda. Pasé 33 años en TVE y no he sido capaz de desengancharme después de tres lustros. Pido disculpas si alguien puede sentirse ofendido, pero siempre -desde un punto de vista crítico-juego a favor de RTVE,

VAYA POR DELANTE MI SOLIDARIDAD CON EL EQUIPO DE «MALAS LENGUAS» SOMETIDO Al ACOSO DE LA EXTREMA DERECHA PARDA, CADA VEZ MÁS AGRESIVA.

La externalización es una metodología del neoliberalismo. Supone centrarse en lo que se hace bien y confiar el resto a otros agentes más eficientes. Su radical aplicación ha llevado a un injusta globalización. y tiene riegos, incluso para los aparentes ganadores. Europa externalizó la producción en China, la defensa en Estados Unidos, la energía en Rusia… y hoy ha perdido su autonomía y depende de esas grandes potencias; y ha dejado de desarrollar las capacidades que garantizarían su autonomía.

TVE desde los años 90 ha externalizado una parte importante de su programación no informativa. El pretexto es que las productoras pueden trabajar más flexiblemente, sin someterse a la regulación laboral de TVE. No es que puedan hacer un mejor producto, sino más barato y con trabajadores «más obedientes y flexibles». Con condiciones laborales muy favorables para la época, en los 80 TVE hizo sin ninguna colaboración, grandes producciones como «Fortunata y Jacinta», «Los Gozos y las sombras» «Teresa de Jesús» o «Los pazos de Ulloa».

Nadie ha hecho un estudio serio sobre la relación calidad precio de la producción externa, pero la de la producción de programas parece una batalla perdida, Tendría sentido contratar productoras para grandes series difíciles de realizar con el personal y los medios -menguantes- de TVE. La realidad es que la mayor parte de la producción externa son pequeños programas de reportajes sociales que TVE podría afrontar directamente contratando, en su caso, algunos medios necesarios, muy concretos, sin necesidad de externalizar esa producción.

El Mandato-Marco de 2007, en desarrollo de la ley de 2006,en su art. 35 establece los porcentajes de programación propia: el 60% de la programación generalista y el 20% de la programación temática. Lo cierto es que estos porcentajes se eluden acudiendo a distintas modalidades: producción ajena; producción participada, coproducción… De modo que nadie sabe cuál es el porcentaje real externalizado. Los sindicatos luchan con poco éxito contra invasión de la producción ajena. Cada vez que cambia la Presidencia o la dirección de la cadena se produce un baile de productoras con sus respectivos estilos de programas semejante que venden a otras cadenas, lo que a veces hace a TVE indistinguible de sus competidoras privadas.

Los servicios informativos han sido hasta ahora una línea roja. Como manifestación fundamental del servicio público el Art 7.5 Ley 17/2006, de 2006 la Corporación establece que RTVE no podrá ceder a terceros la producción y edición de los programas informativos y de aquellos que expresamente determine el mandado marco. Hasta ahora ese mandato se había respetado, pero la actual dirección parece interpretar que solo son programas informativos los telediarios o clásicos como Informe Semanal o En Portada (desgraciadamente centrada ahora en temas nacionales y que ha abandonado el «gran reportaje internacional» que fue siempre su razón de ser). Y en consecuencia ha introducido dos nuevos espacios de producción externa «Mañaneros 360» y «Malas Lenguas», de vocación opinativa, sobre todo el segundo.

¿Puede tener TVE programas de opinión? Para que el sesgo inevitable no se atribuya al servicio público, se acude al manido recurso de acudir a opinadores externos, normalmente periodistas de otros medios, que terminan por convertirse en «tertulianos», todólogos, especialistas en todo y en nada, cuyo sesgo es previsible. Desgraciadamente no se acude a expertos, externos o internos; los hay muy buenos en la propia redacción de TVE.

El Consejo de Informativos de TVE (órgano de representación profesional de los informadores de TVE) critica que se confíe a estos programas externos la cobertura del Comité Federal del PSOE y del Congreso del PP y anuncia una investigación de oficio sobre la imparcialidad de estos programas. Personalmente sin un análisis de contenido riguroso no me pronunciaría sobre estas acusaciones, que vienen de los medios de la derecha hasta el punto de que Abascal ha amenazado con su cierre si alguna vez llega al poder. En estos programas de opinión siempre es posible encontrar un sesgo (dependiendo del cristal con que se mire) lo grave es que el sesgo de un programa externo termine por atribuirse a la cadena pública.

Hay que refrescar la información de los telediarios; poner límites a los directos en lugares donde pasó algo, pero ya no pasa nada, directos que obligan a tener plantillas sobredimensionadas para poner un informador en cualquier lugar. Y terminar con el periodismo de declaraciones. A dice X; B dice Y y nosotros repetimos como papagayos sin aportar verificación ni profundización ni análisis.

La cuestión es que estos programas ya compiten ya con los telediarios. Como se ve en la imagen que abre la entrada, a la hora de recoger información aparecen dos micros, uno de TVE y otro de TVE/MALAS LENGUAS, de modo que es lógica la identificación de la cadena pública con el programa de la productora. Y para colmo, cuando se monta un especial para cubrir el Comité Federal del PSOE y el Congreso del PP se confía la tarea a Malas Lenguas y Mañaneros. Además, Malas Lenguas rellena el hueco del malhadado «Familia de la Tele» y ha llegado a emitirse simultáneamente por la Uno y la Dos un dispendio de recursos de emisión; es como si se quisiera saturar a la audiencia.

¿Qué pasaría si la próxima temporada no hay acuerdo entere la cadena pública y la productora y ésta se lleva el programa a una cadena privada? El daño de imagen sería enorme. Y no solo es una cuestión empresarial; está en juego el servicio público. Los informadores de TVE están sometidos a un conjunto de normas editoriales que garantizan el servicio público (código deontológico del Estatuto de Información, Libro de Estilo) que no son exigibles a trabajadores de una empresa externa, no sometidos a la jerarquía editorial de la televisión pública.

Con las plazas cubiertas en las recientes oposiciones, la dirección no debería alegarse falta de personal