Evolución ideológica de Vargas Llosa


Vargas Llosa haciendo campaña a la presidencia del Perú en 1990 por el Frente Democrático. Imagen de Reuters.

Ha muerto a los 89 años Mario Vargas Llosa, Premio Nobel y gigante de la literatura universal.

En esta breve entrada pretendo recordar y glosar su evolución ideológica del comunismo al neoliberalismo.

Fue un joven, como tantos en los años 50, orientado al comunismo y fascinado por la revolución cubana. Esta orientación izquierdista se manifiesta en sus primeras novelas, «La ciudad y los perros» y «Conversación en la Catedral». Dos obras de juventud, verdaderas novelas maestras, que podrían clasificarse como obras de izquierdas; pero en las que ya se manifiesta otra constante de su obra y vida pública: el rechazo al caudillismo y populismo latinoamericano.

Además de experimentos literarios, con carga biográfica, como «la tía Julia y el escribidor» u obras más ligeras como «Pantaleón y las visitadoras», otra de las grandes obras con carga ideológica del primer Vargas Llosa es la monumental «La guerra del fin del mundo». Mediante múltiples puntos de vista narrativos de los numerosos personajes, el autor muestra tanto empatía con los desheredados de la tierra más pobre de Brasil, el nordeste, al tiempo que pone en evidencia a la república oligárquica que sustituyó al imperio de Pedro II; subyace también el rechazo a la orientación pseudo religiosa y fanática que de una rebelión que lleva al autosacrificio de toda una comunidad. El rechazo del fanatismo será una constante en su obra.

A finales de los 70 se produce un giro copernicano ideológico al romper con la revolución cubana, a consecuencia del caso Padilla. El gobierno de Castro exige a los intelectuales un alineamiento más estricto con las tesis de Partido Comunista y quien realiza la más mínima crítica es depurado y expulsado del sistema cultural. El caso más grave es el de Herberto Padilla, detenido en marzo de 1971 y obligado a hacer una autoconfesión, en la que se acusaba de contrarrevolucionario y también a otros escritores, incluida su propia esposa. El escándalo separa a la mayor parte de los intelectuales, europeos y latinoamericanos, de izquierdas de la revolución cubana. En el caso de Vargas Llosa se produce un radical giro a la derecha.

A partir de entonces se convierte en propagador de las ideas del neoliberalismo, especialmente del austriaco Friedrich Hayeck y el protagonismo absoluto del mercado para distribuir los recursos, en detrimento de la distribución equilibrada de la riqueza y en perjuicio de la producción de bienes públicos. Para Hayeck el Estado es el enemigo de la libertad por eso -y con él sus discípulos doctrinales y políticos- propone reducirlo a su mínima expresión. Hayeck declaró en una entrevista a El Mercurio de Santiago de Chile durante la dictadura de Pinochet:  «Personalmente prefiero una dictadura liberal a un gobierno democrático carente de liberalismo».

En 1990, el novelista pasa de las ideas a la liza política y se presenta como candidato a la presidencia de su país, Perú. Comanda un conglomerado de partidos y fuerzas políticas reunidas en el Frente Democrático, con un programa liberal. Su contendiente es Alberto Fujimori, un ingeniero de origen japonés, que se presenta con un programa populista.

El «chino» convence a las clases populares que es uno de ellos y derrota al elitista y «blanquito» Vargas Llosa. El autor contará esta experiencia en la segunda parte de su autografía «El pez en el agua» (2020). Ya en 1990 Fujimori dio un golpe institucional , que trajo una dictadura de una década, con una política neoliberal y corrupción generalizada y graves violaciones de los derechos humanos, en una guerra entre el terrorismo de Sendero Luminoso (maoistas) y el terrorismo de Estado, que recuerda a lo narrado en la «Guerra del fin del mundo». El novelista se posiciona contra ambos.

Vargas Llosa fue siempre opositor a la dictadura chilena, pero también férreo opositor a los gobiernos izquierdistas de América Latina. sin perjuicio de que hubieran sido legítimamente elegidos; no solo contra Chávez y Maduro, también de políticos como Lugo o Lula. Pero también radicalmente opuesto a cualquier dictadura, también de derechas como la del sanguinario dominicano Rafael Trujillo, en la «Fiesta del Chivo»

En sus últimos años Mario Vargas Llosa ha sido uno de esos neoliberales que ante cualquier problema proponía siempre la misma solución «más iniciativa privada y menos Estado». Indignándome este posicionamiento político y su manipulación por la derecha más recalcitrante, siempre le he admirado y disfrutado de su obra literaria. Pero su orientación neoliberal no ha sido obstáculo para su compromiso con causas que ha considerado justas, como la palestina (se incrusta al final el vídeo del documental de su viaje a Palestina)o el aborto o el matrimonio homosexual.

Para finalizar diría que de los elementos del famoso trilema de Rodrik (globalización neoliberal, soberanía, democracia). Vargas Llosa ha intentado maximizar en sus obras y compromiso político soberanía nacional, democracia, pero sin sacrificar nunca la libertad.