La Navidad de la banalidad


Las luces navideñas de Vigo y en todas las capitales se ha convertido en un atractivo turístico, que atrae multitudes. En esta foto La calle Larios de Málaga, SOPA Images/LightRocket/Getty

Se cumplen 50 años de la muerte de la filósofa Hanna Arendt, quien acuñó el concepto de banalidad del mal, a menudo mal interpretado y que puede resumirse en que para llevar a cabo terribles crímenes, como hicieron los funcionarios nazis no es necesario ser un sádico psicópata (aunque muchos nazis lo fueran) basta con no pensar y entregarse a una obediencia acrítica propiciada por una sociedad donde el pensamiento crítico haya sido sustituido por la mentira.

¿Qué tiene que ver la banalidad del mal con la explosión de alegría de la Navidad? Es evidente que desde hace décadas la Navidad se ha banalizado y poco queda de su sentido religioso ni siquiera de un sentido laico de solidaridad y familiaridad. A lo largo del año hay infinidad de estímulos para que no pensemos. Los Ayuntamientos- empezando por el de Vigo– han entrado en una ridícula carrera a ver quien pone el árbol más alto, más luces y quién las enciende antes. Las luces, atractivo para el turismo y catalizador del consumo, hacen invivible los centros de las ciudades. En Navidad las luces pueden ser un telón que no nos deje ver el bosque de la realidad.

La realidad son al menos dos genocidios (Gaza y Sudán), una guerra de primera magnitud (Ucrania) y una multitud de conflictos menores. Un asalto general en todo el mundo contra la democracia y una corrupción creciente. Un aumento de la desigualdad y de la pobreza; y la amenaza del cataclismo climático, que no queremos enfrentar. También el mayor peligro de un enfrentamiento nuclear desde la crisis de los misiles. Y por todas partes machismo y feminicidios.

En esta oscuridad lucen algunas estrellas. Los cooperantes, los médicos que atienden a los heridos en las guerras, los periodistas que dan testimonio del mal (más de 200 han sido asesinados en 2025), los misioneros (que no pretendan evangelizar, sino servir al pueblo en el que se encuentran), los voluntarios que trabajan en los bancos de alimentos. Y, por supuesto, los niños.

No se trata de estropear la cena navideña con esta nube negra de la realidad que está sobre nuestras cabezas. Disfrutad de familias y amigos con los menos excesos posibles y prepararos para la cuesta de enero; no desde el punto de vista de una maltrecha economía personal, sino desde nuestras carencias sociales nacionales e internacionales.

FELIZ NAVIDAD. Que disfrutéis de estos días con familia y amigos. No hagáis muchos excesos. Me gustaría dejaros un regalo más genuino de nuestros villancicos, pero esto es lo mejor que he encontrado.

100 años de fotografía: de la revolución Leica a la explosión digital


La imagen corresponde a una Leica serie III. Una cámara de la serie 0 (prototipo) se ha vendido en subasta por más de 7 millones de euros. La serie III tenía mejoradas las características de la serie 0: pequeño tamaño, película de 35 mm. objetivo de 25 mm, muy luminoso y visor incorporado (aunque a este modelo se le podía añadir un telémetro)

Llevo bastante tiempo queriendo dedicar una entrada a la exposición sobre un siglo de fotografía, con motivo de los 100 años de la cámara Leica, que se puede visitar en Madrid en el Centro Fernán Gómez, pero siempre hay asuntos más importantes.Pero esta época de vacaciones es un buen momento para visitarla; aquí los de la EXPOSICIÓN .
En primer lugar, agradecer la buena accesibilidad.Es una exposición que no puede perderse un aficionado a la fotografía porque encontrará una gran colección de las fotos icónicas de los grandes fotógrafos de los últimos 100 años.

No comento ninguna foto porque san tantas las que pueden considerarse obras maestras propiciadas por la revolución Leica en el fotoperiodismo, el documentalismo y hasta en la fotografía artística (aunque en este terreno se ha preferido en general formatos más grandes que el 24X36 mm. para lograr más definición).

A principio del siglo XX para obtener una imagen de calidad seguía siendo necesario utilizar cámaras grandes y pesadas con placas grandes. Los ingenieros de Leica, una pequeña empresa alemana de óptica de precisión (historia de la empresa Leica) ya avanzaron en 1914 una primera cámara de tamaño reducido (Liliput), pero no es hasta 1925, que no se construye el primer prototipo de Leica (serie 0).

Leica no solo construye cámaras que se pueden llevar en el bolsillo, que sirven para captar cualquier «instante decisivo». Lo más revolucionario de Leica es que establece un standard: el uso del rollo de película cinematográfica de 35 mm. que permite el paso sencillo de la película («el paso universal»), con un sistema sencillo de accionamiento de fotograma a fotograma, lo que permitía la toma de instantáneas sucesivas y el cambio sencillo de carrete.

El formato de toma y visualización es el horizontal de 24x 36 mm. (dominante hasta la aparición de la fotografía digital). El formato horizontal ha educado nuestra mirada en la visión panorámica de la realidad y que ahora tiene que combatir con el vertical de los móviles, preferido por los jóvenes, que nos da una visión recortada.

Leica con su paso universal y pequeño tamaño no solo es el modelo para las cámaras profesionales, también para las compactas de aficionado, pero evidentemente sin la misma calidad óptica

Otras características de las Leica es llevar incorporado un visor, con una visión muy ajustada de la imagen que se va a captar de una calidad imbatible hasta que en los 60 los japoneses introducen los objetivos reflex. Desde el comienzo emplea objetivos luminosos (número f bajo), que hacía innecesaria la iluminación externa .

Cuando nace Leica, todavía era frecuente el fogonazo de magnesio para iluminar la escena. Los objetivos incorporados (más adelante llegarán los intercambiables) son de poco peso y normalmente de una distancia focal de 50 mm: el ángulo que mejor reproduce la visión humana. El objetivo ideal para describir escenas y en retratos en plano medio. Pero no para detalles o primeros planos. De ahí la frase de Robert Capa:

«Si la foto no es suficientemente buena, es porque no estabas suficientemente cerca»

Dos interpretaciones. Al no estar suficientemente cerca tu objetivo no puede captar los detalles y si no te acercas emocionalmente no entenderás la realidad ante tus ojos.

En definitiva, la Leica se convirtió en una cámara profesional, manejable, ideal para captar imágenes de gran calidad sin preparación. A ella se debe el nacimiento del fotoperiodismo. Sin la Leica no tendríamos la imagen del miliciano muerto (1936) o del desembarco en Normandía ambas de Capa(1944) o el gol del seminarista (1961)del recién desaparecido Ramon Massats ; solo con citar esos pocos ejemplos se entiende el dominio de Leica de la fotografía del siglo XX.

La explosión digital

Pese a la sencilla forma de colocar los carretes y la simplicidad del paso de la película, el proceso de captación de las imágenes analógicas estaba limitado por la disposición de rollos de película, normalmente de 36 fotogramas. Y sobre todo por el proceso de revelado de negativos (o material reversible, como las diapositivas, de gran calidad y un coste menor) y positivación en papel. El proceso de revelado ajustaba la calidad y textura de la imagen y tenía algo de mágico: veías nacer ante tí la imagen y ajustabas sus características.

La disposición de material sensible y el proceso de revelado condicionaba el número de imágenes captadas en la fotografía analógica. En la digital, el material es infinito, no hay revelado; por tanto, el número de imágenes es infinito e inmediato. La calidad dependerá de la cámara y la pericia del fotógrafo.

El último paso, de cámaras profesionales de considerable tamaño y alto precio (Leica, como todos los fabricantes tiene modelos espectaculares) hemos pasado a las cámaras de alta calidad incorporadas a los teléfonos, que podemos llevar siempre en el bolsillo, dispositivos multifuncionales de alto precio. Si Leica democratizó la fotografía de calidad ahora la fotografía digital, especialmente a través de dispositivos móviles supone una explosión de imágenes. Las «fotos» pierden valor y las fotos de los profesionales deben competir con las realizadas con cualquier ciudadano del mundo. Lo que nos da una visión más completa y democrática de la realidad.

En analógico o digital lo importante es la mirada del sujeto.

El ignorado genocidio de Sudán


Sudán tiene una posición estratégica. Frontera con Egipto (controla el cauce del Nilo medio), con frontera con Etiopía y los países de África central. Tiene una compleja historia, siempre con la referencia de Egipto. Ahora sufre una guerra civil, que ha degenerado en un verdadero genocidio, que cursa a través de una hambruna generalizada provocada.

Cuando peor era el cerco de los serbo-bosnios sobre Sarajevo y más eran las voces que pedían la intervención internacional para detener el genocidio, Butros-Ghali, el egipcio, entonces secretario general de la ONU, declaró «hay una decena de lugares en los que las condiciones son peores que las de Sarajevo». Efectivamente, el genocidio de Bosnia, impidió dar la importancia que merecía al de Ruanda.

Ahora el genocidio de Gaza nos ha distraído del que se desarrolla en Sudán. Con toda su complejidad, el conflicto en Palestina consiste en el exterminio gradual del pueblo palestino durante 80 años: dos pueblos luchando por un mismo territorio; un proceso que ha llegado a su culmen con la obliteración de Gaza. Más «entendible» que el mosaico de fuerzas en lucha en Sudán. Además, los palestinos, como los judíos, tienen redes de solidaridad por todo el mundo.

Vamos ya con Sudán. Conquistada por Egipto en 1822, pasó, al igual que este país a la dominación británica. Tras su independencia en 1956, el país vivió una época de inestabilidad hasta que un golpe de estado instauró en el poder al mariscal Yaafar al Numeiri, un militar nacionalista, según el modelo del egipcio Nasser.

Sudán no tiene la cohesión de Egipto; está atravesada por múltiples fracturas: religiosa (al norte musulmanes, al sur cristianos y animistas), étnicas (árabes blancos y africanos negros) y económicas (agricultores pobres, y ciudades más ricas). Estas fracturas se cruzan y producen profundas divisiones e inestabilidad permanente.

Tras guerras de décadas, el Sur -más africano, que árabe- se independiza en 2011 para casi inmediatamente empezar una guerra civil, que enfrenta a dos facciones en torno a los dos jefes que capitanearon la guerra de independencia. En el trasfondo, las luchas étnicas y el control del petróleo de la región de Juba. El envío de una fuerza internacional no ha detenido la guerra y, como consecuencia el país se encuentra al borde de la hambruna. Los pozos de petróleo del Sur suponen el 75% de la producción de los de países, aunque las refinería están en el norte en Puerto Sudán, a orilas del Mar Rojo.

En Sudán del Norte, la primavera árabe tuvo como consecuencia el derrocamiento del dictador Al Bashir en 2019. El ejército colabora en principio con los civiles en una transición hacia la democracia. El ejército rompe los acuerdos con los movimientos democráticos y entra entonces en juego la rivalidad entre las Fuerzas Armadas que controlan la capital Jartún (el centro del poder político), menos los cuarteles de la fuerza paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido; comienza una lucha por el control de la capital, que poco a poco se extiende a todo el país.

Las Fuerzas de Apoyo Rápido, entonces a las órdenes de Al Bashir ya ejecutaron crímenes de guerra y de lesa humanidad en Darfur en 2002; eran entonces las milicias yanwauid: formadas por tribus árabes de ganaderos nómadas, mientras que a población de Darfur son árabes musulmanes, pero agricultores sedentarios. Su exjefe ha sido condenado por el Tribunal Penal Internacional por 27 cargos de crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos entre 2003 y 2004. Así explica el conflicto actual Amnistía internacional, que pide el embargo de armas. Nuevamente los crímenes más graves se están cometiendo en Darfur. La toma de Al Fhaser (capital de Darfur Norte) por las Fuerzas de Apoyo Rápido (antiguas milicias yanuuayid) ha supuesto una ola de atrocidades, ejecuciones sumarias y presuntos crímenes de lesa humanidad, con ataques a campamentos de desplazados, que están ahora en condiciones críticas, como informa Médicos Sin Fronteras.El conflicto también tiene una dimensión internacional: se sospecha que Emiratos Árabes Unidos (una potencia regional) apoya a las Fuerzas de Despliegue Rápido.

Una guerra, difícil de explicar,que tiene todos los rasgos de genocidio en Darfur y de la que solo sabemos por las organizaciones internacionales; para los medios es un lugar difícil de cubrir y desconocido para el público, pero que no podemos ignorar. Poco podemos hacer más que apoyar a organizaciones que trabajan en la zona como Amnistía Internacional o Médicos de Mundo o ACNUR (la organización de Naciones Unidas para los refugiados).

POST SCRIPTUM. Mi amigo José Ignacio Iríbar, enviado especial a Sudán del Sur en su proclamación de independencia, me recuerda la importancia del petróleo para la constitución de un estado poco viable. Desde el primer momento, hubo vuelos directos entre Juba (la región petrolífera de Sudán) con Dallas, la capital del petróleo en Texas.

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