Oriente Próximo después del 27-O


Fuente Portal del CESEDEN

El ataque de hace dos años de Hamas contra Israel que terminó en una cruel acción terrorista, que Alberto Priego califica de la quinta guerra árabe israelí.

La opresión del pueblo palestino y las sucesivas operaciones de castigo contra la población de Gaza en modo alguno justifica el ataque contra población civil, violaciones, asesinatos sumarios, toma de rehenes. Pero el ataque ha desencadenado una dinámica que ha cambiado una región estratégica a nivel mundial.

Como la guerra del Yom Kkipur, el ataque tomó por sorpresa a Israel en plena fiesta religiosa. Lo que sorprende porque tuvo que requerir una planificación y acopio de medios durante meses. A Israel le sobraban los ojos sobre Gaza: cámaras y torres de vigilancia; agentes secretos israelíes y palestinos.

Israel inmediatamente desata una operación de castigo y venganza, que se quiere presentar como una acción de legítima defensa, con objetos definidos: liberar a los rehenes cautivos y terminar con Hamas. Un mimiento islamista cívico-militar, propiciado en su nacimiento por Israel para neutralizar a Fatah. Hamas ganó las elecciones y expulsó a la Autoridad Nacional Palestina; Hamas controlaba los servicios públicos de Gaza e imponía el rigorismo islamista.

La operación de castigo se ha convertido al cabo de dos años en un verdadero genocidio, reconocido por una comisión independiente de la ONU y el sentido común.

Si los objetivos de la operación militar era liberar a los rehenes y neutralizar a Hamas. Desde este punto de vista, Israel no ha ganado la guerra. Los continuos bombardeos y los asesinatos de Hamas han supuesto la muerte de la mayoría de los rehenes; se calcula que sólo siguen vivos una veintena. Netanyahu no ha querido llevar a término ninguna negociación o ha roto los acuerdos que incluían la entrega de los rehenes.

En cuanto a Hamas ha quedado prácticamente inoperativo, pero durante meses ha mantenido el pulso al poderoso ejército israelí. Dependerá de los término del acuerdo de paz de la presencia de tropas internacionales de policía que la milicia no se reconstituya en Gaza o Cisjordania.

Pero en esta quinta guerra, Israel ha reafirmado su hegemonía regional:

  • Ha terminado con el llamado por Irán «eje de la resistencia». Ha neutralizado a la poderosa milicia de Hezbolá que desde el sur de El Líbano amenazaba al norte de Israel. Y esa era la fuerza político-militar que controlaba El Líbano.
  • Su aviación ha castigado el poder de los misiles de Irán, su capacidad de desarrollo de armas nucleares y ha diezmado los mandos de su cuerpo cívico-militar (la Guardia Revolucionaria).
  • El conjunto de estas acciones y en concreto, bombardeos sobre Siria, han propiciado la caída del régimen de los Assad , sustituido por una milicia hasta ayer yijadista, ahora aceptada por las grandes potencias. Israel ha avanzado en territorio sirio y ahora Damasco está alcance de su artillería.
  • Sus bombardeos prácticamente ha terminado con las milicias chíes de los hutíes, que han dejado de ser una amenaza para Israel y para la navegación en el mar Rojo.

Pera mostrar su dominio Netanyahu se ha permtido bombardear a los negociadores de Hamas en Qatar, aliado de EEUU, lo que ha molestado a Trump más que el genocidio.

Junto a estas victorias estratégicas de poder duro, Israel está perdiendo su poder blando. Incluso en EEUU la encuestas indican una progresiva condena de la acción de Israel.

Si Netanyahu ha podido llevar a cabo ha sido por el apoyo de la mayoría de los israelíes; las manifestaciones en contra le pedían un acuerdo para parar la guerra y liberar a los rehenes, pero consideran que hay que castigar a los palestinos. Sin el apoyo de EEUU y Alemania y la tímida respuesta de la UE no se podría haber llevado a cabo el genocidio.

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