
Suelo evitar analizar la actualidad política nacional, pero en en la condena del Fiscal General creo que – además de la confianza en la Justicia de una buena parte de la población – en lo que suelo tratar es este blog está en juego el derecho de la ciudadanía a una información completa y veraz.
A falta de que se haga pública la sentencia con sus «considerandos» (como se denominaba antes a las argumentaciones jurídicas); podemos especular que la condena se ha podido producir en base a dos fundamentos:
A) El Fiscal General filtró el email de González Amador a los periodistas que lo publicaron. Estos declararon como testigos -y por tanto obligados a decir la verdad- que el Fiscal no fue su fuente e invocaron el secreto constitucional al secreto profesional para no revelar su fuente; incluso cuando uno de los periodistas dijo que para él era un «caso de conciencia» no revelar su fuente, el presidente de la sala le dijo extemporáneamente que «no les amenazara».
Si la condena se produjera por la filtración de este email (cada año se producen en España centenares filtraciones en juzgados y tribunales sin ninguna consecuencia);sin dar valor a las declaraciones de los periodistas por no revelar las fuentes. Esto querría decir que el Tribunal Supremo se niega a aplicar el derecho constitucional al secreto (art 20 c) por el momento sin desarrollo legislativo, aunque anunciado por el gobierno. Hasta ahora la mayor parte de los tribunales habían reconocido el derecho al secreto profesional; el rechazo por el Supremo del secreto profesional sería un torpedo en la línea de flotación de un ejercicio del periodismo profesional.
B) La segunda hipótesis, que me parece la más probable es que la condena se base en la nota de prensa que desmentía el bulo difundido por el entorno mediático de Miguel Ángel Rodríguez, afirmando que era la Fiscalía la que había ofrecido a González Amador un trato de conformidad y que este acuerdo había sido paralizado por órdenes de «arriba». El Fiscal General cayó en la trampa y sacó una nota desmintiendo la versión de El Mundo y ahí se refirió al reconocimiento por González Amador de dos delitos fiscales.
MAR reconoció en la vista que se había inventado la historia que no tenía más sustento que la intuición que le daba su «pelo blanco» y el carácter jerárquico de la Fiscalía. La conclusión, si es está la fundamentación, es que los bulos pueden tener vía libre y combatirlos puede tener graves consecuencias.
En un caso u otro, el Derecho a la Información se ve lesionado por esta condena,



