El reformismo social de Lewis Hine


Ha pasado un siglo, y ahí está el testimonio. Las fotos de Lewis Hine, que podemos ver en la Fundación Mapfre hasta el 29 de abril, nos hablan hoy de un mundo en el que está el germen del nuestro y al que en algunos aspectos parece que regresamos. (Para una reseña de la exposición, la de Francisco Rodríguez Pastoriza)

DE LA REFORMA A LA CONTRARREFORMA

Oficina privada de empleo en Nueva York - Lewis Hine

Hine no pretendía dejarnos ese legado maravilloso. No intentaba informar, ni siquiera documentar su mundo. Su propósito era reformar la sociedad, hacerla menos injusta; no demoler los fundamentos de una sociedad capitalista, simplemente hacerla menos inhumana, modificando algunas de sus leyes o estableciendo instituciones filantrópicas para atender a los desheredados.

Hine no era un revolucionario; no era socialista ni anarquista. Quería con sus fotos cambiar la conciencia social y en gran parte lo consiguió. Pero las reformas no impidieron que, pese a su trabajo, reconocido años antes, muriera en la indigencia.

Los reformistas siempre fueron despreciados por los revolucionarios, pero esta corriente fue muy importante para el progreso de Estados Unidos, hasta la intervención  estatal que supuso el new deal. En Europa la reforma vino de la mano del conseso entre socialdemócratas y democristianos que trajeron el estado del bienestar a partir de 1945.

De una manera u otra, el término reforma ha significado a un lado y otro del Atlántico la construcción de instituciones para mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población. Hoy reforma, en el vocabulario del pensamiento único, significa destruir las instituciones creadas por un siglo de reformas. Reforma estructural quiere decier contrarreforma. En un bucle de un siglo volvemos al mundo de Hine. Ya sé, en los países centrales (no en los periféricos) no hay trabajo infantil, pero las nuevas estructuras producen una marginación creciente que se ejemplifica, por ejemplo, en los guetos de pobreza de las ciudades norteamericanas.

Como hace un siglo, el precio de la hora de trabajo ya no alcanza para mantener con dignidad al trabajador.

INMIGRANTES

Italianos buscan sus maletas perdidas en la isla de Ellis - Lewis Hine

Los primeros trabajos sistemáticos de Hine fueron las series de fotografías de los inmigrantes europeos.

Llegaban al gran foco de atracción que era Nueva York huyendo de la miseria, la guerra y los progroms de la vieja Europa. Hine nos muestra su llegada a la isla de Ellis, el desvalimiento ante los controles, el desconcierto ante un nuevo mundo desconocido, pero también el brillo desafiante en muchas de esas miradas, dispuestas a comerse el mundo.

En Nueva York les esperaban viviendas infrahumanas, fábricas textiles con jornadas interminables, mafias de sus propias compatriotas que les ofrecían explotación a cambio de lealtad.

Lo que Hine quería era mostrar las duras condiciones de sus vidas, pero sin obviar los momentos de fiesta en los patios de vecindad y, sobre todo, mostrando la dignidad de los inmigrantes. Hacer visible al inmigrante como persona.

Lo mejor de Hine es su respeto ante el otro. Por eso me parece que una de las mejores fotografías que puede verse en esta exposición es la de esta judía recién llegada a la isla de Ellis.

Judía en la isla de Ellis - Lewis Hine

EL TRABAJO INFANTIL

Lewis Hine

El núcleo más importante del trabajo de Hine se centró en el trabajo infantil. El reformador social creía que c0n sus imágenes podría despertar las conciencias para liberar a los niños de un trabajo embrutecedor. Un siblo después, los rostros de estos chicos nos siguen hablando: orgullo, cansancio, rencor, coquetería, satisfación por saberse protagonistas de un instante…

En pleno siglo XXI, la plaga del trabajo infantil no se ha erradicado por muchos convenios internacionales que lo prohiban. No sólo muchas familias depende del trabajo de sus hijos para subistir, sino, lo que es peor, en muchos países la esclavitud infantil es una práctica cotidiana.

EL VALOR DEL TRABAJO

Ícaro en el Empire State Building - Lewis Hine

El Hine más optimista es el de su gran reportaje sobre la construcción del Empire State Building.

Han pasado viente años de las primeras fotos de la isla de Ellis. Aquellos niños desarrapados se han convertido ahora en jóvenes obreros, que dominan el acero y hacen crecer el símbolo del capitalismo norteamericano, el gran edificio de resonancias imperiales.

El reportaje es una glorificación del trabajo en el mundo del maquinismo. El trabajador controla con la fuerza de sus brazos y su habilidad la máquina. El obrero especializado es el protagonista, una visión positiva, muy distinta a la pesimista de los Tiempos Modernos de Chaplin, con su denuncia de la deshumanización del trabajo en la cadena de montaje.

Hoy en una sociedad materialista, pero desmaterializada, el trabajo es una commodity más, una materia prima de valor decreciente. No hay lugar para el trabajo manual, ni para el obrero especializado. La riqueza depende de la especulación financiera.

Pero nos queda este maravilloso Ícaro volando sobre Mahhatan.

 

(Vídeo de la conferencia sobre Lewis Hine en la Fundación Mapfre)