
Una serie de peripecias casi novelescas permitieron recuperar una maleta llena de negativos de tres de los grandes fotoperiodistas de la Guerra Civil, Capa, Taro y Chim.
Un tesoro para los estudiosos del fotoperiodismo y un regalo para los amantes de la fotografía que nos devuelve a un episodio esencial de nuestra historia, que queramos o no no, sigue pesando sobre el presente. Esa serie de «instantes decisivos» apresados hace 75 años cobran nueva vida. El tiempo preservado en la maleta se descongela.
Periodismo Global acoge de nuevo un texto de Francisco Rodríguez Pastoriza, en este caso sobre la maleta mejicana, originalmente publicado en los Sábados del Faro de Vigo, el pasado 5 de noviembre (PDF)
Aquí dejo los enlaces a la exposición que puede verse en el Museo Nacional de Arte de Cataluña hasta el 12 de enero (¿vendrá a Madrid?), al blog desarrollado en torno a la exposición y al documental dirigido por Trisha Ziff.
(¿Mejicana o mexicana? Paco Audije me recuerda que la grafía que recomienda la RAE es mexicana, pues «Aunque son también correctas las formas con j, se recomiendan las grafías con x por ser las usadas en el propio país y, mayoritariamente, en el resto de Hispanoamérica.». Vale. Lo cambio).
- Chim (David Seymour). Federico García Lorca, Madrid, abril de 1936. © Estate of Chim (David Seymour) / Magnum Photos
LA MALETA MEXICANA
Se publican las 4.500 fotografías de la guerra civil española descubiertas en México después de 70 años desaparecidas
Un documental de Trisha Ziff cuenta todo el proceso del hallazgo de las fotos
Francisco R. Pastoriza (*)
En 1995, un visitante a una exposición de fotografías de Robert Capa en Ciudad de México se dio cuenta de que aquellas instantáneas, su estética, su composición y los escenarios en los que se desenvolvían sus protagonistas, se parecían a los de una colección de negativos que una tía suya le había dejado hacía años como parte de una herencia. Los organizadores de la exposición se quedaron atónitos cuando aquel hombre, un cineasta mexicano llamado Benjamín Tarver, les enseñó una muestra de su colección de negativos. Pertenecían a un tesoro que muchos investigadores habían estado buscando durante sesenta años: más de 4500 negativos de fotografías de la guerra civil española hechas por Robert Capa, su compañera Gerda Taro y el fotógrafo David Seymour, Chim. Estaban guardados en tres cajas en las que fueron transportados desde Europa, aunque cuando hablaban de ellos, los investigadores siempre se referían a una maleta. De ahí que a la colección se la conozca como La Maleta Mexicana. En 2007 Tarver entregó la totalidad de los negativos a la Fundación de los tres fotógrafos, entonces presidida por Cornell Capa quien, poco antes de morir, pudo ver cumplido el sueño de contemplar la tan buscada obra de su hermano.
La tía de Tarver resultó ser una hija del general Francisco J. Aguilar, embajador de México en Francia durante el régimen de Vichy, a quien alguien, no se sabe por qué, decidió confiar las tres cajas que contenían los negativos para ponerlos a salvo de los nazis. Capa ya había intentado sacarlos de París sin conseguirlo y cuando salió de Francia en 1939 encargó a su amigo Emérico Chiki Weisz su custodia. Cuando el ejército alemán entró en París Weisz consiguió huir llevando consigo las tres cajas de negativos que Capa le había confiado. Todo el material está muy bien conservado gracias al clima seco de Ciudad de México, pero aún así se emplearon las técnicas más modernas para desplegar los rollos. La editorial La Fábrica acaba de publicar la totalidad de estas fotografías en La Maleta Mexicana. Las fotografías redescubiertas de la guerra civil española de Robert Capa, Chim y Gerda Taro, dos volúmenes que recogen además artículos y comentarios de historiadores, investigadores y expertos en fotoperiodismo, que contextualizan las circunstancias de tan fabulosa colección. Estos días se estrena en España el documental La maleta mexicana, de Trisha Ziff, realizadora británica afincada en México, en el que se cuenta todo el proceso del rescate de las fotografías y se aborda también el apoyo de este país a la República española durante la guerra civil.
LAS CLAVES DEL TESORO
Los 4500 negativos cubren todo el desarrollo de la guerra civil española y además son un testimonio impagable de la metodología profesional de los primeros reporteros de guerra. Su trabajo no estaba pensado para mostrarse en exposiciones de museos y centros culturales, como viene haciéndose últimamente, sino dirigido a los lectores de diarios y revistas de los emergentes medios de comunicación gráficos. En la guerra civil española estuvo el germen del fotoperiodismo moderno y estas fotografías lo demuestran. Capa, Taro y Chim se convirtieron en estrellas del periodismo gráfico gracias a las imágenes captadas durante esta contienda. Una parte de las fotografías de la Maleta Mexicana habían sido publicadas en conocidas revistas de aquellos años: las francesas Vu, Regards y Ce Soir, las norteamericanas Life y Weekly Illustrated, la alemana Die Volks, las británicas Picture Post y London Illustrated… pero de sus negativos nunca más se supo. Hasta ahora. La única frustración de los investigadores fue la de constatar que tampoco en la Maleta Mexicana estaba el negativo de la famosa fotografía de Capa del miliciano herido de muerte en Cerro Muriano.
UN PAÍS EN GUERRA
Las fotografías son un testimonio de los frentes de guerra, de las ciudades sitiadas y bombardeadas, de muertos y heridos, de las penurias de los combatientes y de la población civil, de los refugiados en los campos franceses… Hay desfiles y grandes batallas, retratos de autoridades políticas y líderes revolucionarios, tanques reventados y ruinas humeantes. Pero el objetivo de los fotógrafos se preocupó también por registrar las escenas de la vida cotidiana en tiempos de guerra: gente poniendo la mesa, hombres leyendo el periódico, niños jugando, campesinos recogiendo las cosechas… violencia y tensión mezclada con la continuidad de una vida que se manifiesta en su normalidad. A veces la guerra inunda la cotidianidad, como cuando los soldados ayudan a los campesinos en la cosecha del trigo: hombres, mujeres, niños y soldados pertrechados de horcas y trillos, acompañados de asnos y perros, entremezclados en las labores del campo.
A veces se hace difícil asignar una autoría certera a algunas de estas fotografías (muchas de las publicadas estaban firmadas por Capa & Taro) ya que para los fotógrafos éste era un asunto secundario, pero algunas tienen el sello inconfundible de sus autores. Unas 800 fueron hechas por Gerda Taro, que estuvo en los frentes de Valencia y Córdoba, en la sierra de Madrid y en la batalla de Brunete, en la que perdió la vida. Suyas son las fotos de la ciudad de Madrid sitiada (entre ellas la de la estatua de la Cibeles fortificada para protegerla de los bombardeos), las de los soldados republicanos marchando al frente y las últimas de la batalla de Brunete, justo antes de su muerte. En la Maleta se incluyen también las fotografías que Capa inmortalizó de la batalla del Segre, su reportaje más extenso y dramático, las de la batalla de Cataluña, que cubrió impostado en el Quinto Cuerpo del general Líster, y sobre todo los 17 rollos de fotografías de la batalla de Teruel, en la misma secuencia cronológica en que fueron captadas, en la que acompañó a los dinamiteros que minaron las murallas de la ciudad e inmortalizó sus rostros para siempre. Y los de los soldados republicanos en plena lucha, casa por casa, para hacer salir de sus escondites a las tropas franquistas. Y las del asalto al cuartel de la guardia Civil.
En la maleta se guardaban también las fotografías de un episodio poco conocido de la guerra civil, las que Chim hizo a las fuerzas regulares indígenas, marroquíes captados por el bando franquista, a quienes se hizo creer que luchaban en una yihad contra los infieles rojos. Soldados anónimos que lucharon por una causa que no era la suya, que fueron utilizados como carne de cañón, murieron por miles y que, tras la victoria de Franco, fueron deportados en masa y devueltos a su país con una ínfima pensión. Chim inmortalizó también los sucesos de 1937 en el País Vasco y Asturias, hizo fotografías de Guernica antes y después del bombardeo, de niños jugando en las ruinas de Gijón, de mujeres de mineros asturianos ocupándose del trabajo de sus maridos mientras estaban en el frente.
LAS PRIMERAS FOTOS DE REFUGIADOS
Aunque la Primera Guerra Mundial también había provocado desplazamientos masivos, los de la guerra civil española fueron los primeros que cubrieron extensamente los medios impresos y audiovisuales. Capa, Taro y Chim fueron los autores que ilustraron el nacimiento gráfico del refugiado moderno, con sus fotografías del éxodo de miles de personas cruzando los pasos de montaña en los Pirineos, caminando sobre la nieve, arrastrando sus enseres, hasta su hacinamiento en los campamentos improvisados que acogieron en Francia a los republicanos que huían de la persecución fascista. Campos de refugiados de Argelès-sur-mer, les Bacarès, Bram… donde se hacinaban miles de hombres, de mujeres y de niños en condiciones miserables y en donde morían diariamente decenas de refugiados (el día que Robert Capa llegó a Bram había aquí 17.000 refugiados y 44 fosas abiertas en el cementerio cercano para acoger los muertos de ese día). Las fotografías de Capa contribuyeron a sensibilizar las conciencias de todo el mundo ante el nuevo fenómeno y consiguieron movilizar a gran parte de la izquierda europea y americana en ayuda de los refugiados.
Hay también fotos inéditas de personajes conocidos: posiblemente las últimas de Federico García Lorca, otras nunca publicadas de Pasionaria, de Líster con Hemingway y con Malraux, de Largo Caballero, de Ilya Ehrenburg, de Alberti y María Teresa León, de Companys…
UN REGALO INESPERADO
En la Maleta Mexicana se encontraron también algunas fotografías inesperadas y desconocidas de Fred Stein, otro fotógrafo, amigo de Capa, Chim y Gerda Taro, prisionero de los nazis en diferentes campos de concentración en Francia, y que triunfó en los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Entre ellas, muchas hechas a Gerda Taro que seguramente Capa había guardado con los negativos de la guerra civil española en recuerdo de su amada, muerta hacía unos meses en España. Es la colección que recoge más fotografías de Gerda como nunca la habíamos visto, en diferentes escenarios y en actitudes inéditas: leyendo, escribiendo a máquina, haciendo muecas, guiñando un ojo, con su habitual cigarrillo, acompañada de amigos… y algunas de las pocas que se le hicieron en compañía de Robert Capa, en el Café du Dôme. En una de ellas, Capa y Gerda Taro se cruzan una mirada llena de ternura. Fueron hechas en el intervalo entre la subida de Hitler al poder en 1933, que provocó un éxodo de ciudadanos judíos procedentes de Alemania y los países centroeuropeos (el propio Stein huyó con su esposa Lilo) y el comienzo de la guerra en España. Además hay otras de escenas cotidianas, tomadas por la cámara de Stein en las calles de París, de músicos callejeros, de exiliados judíos en los cafés de Montparnasse, de muros cubiertos de carteles de propaganda política, de un ambiente en el que ya se avizoraba el fantasma de la guerra.frpastoriza@wanadoo.es
(*) Profesor de Información cultural
de la Universidad Complutense de Madrid
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