Recuerdo de Juan Linz


Leo la esquela. Juan Linz ha fallecido ayer en New Haven.

La memoria me retrotrae a mayo de 1975, cuando el sociólogo y su mujer, Rocío Terán, acogieron a un inexperto equipo de TVE para rodar su perfil para «Nuestros cerebros de fuera». En los estertores del franquismo, el programa intentaba dar a conocer a los españoles a esa generación que la guerra o la falta de oportunidades expulsó de España, desde personajes históricos, como Sánchez Albornoz o Madariaga, a científicos como Ochoa. (Lástima que TVE no recupere estos programas para su videoteca a La Carta)

Linz no era conocido fuera de los ambientes universitarios, pero era uno de los pocos científicos sociales españoles con relevancia internacional. Así que viajamos hasta New Haven, en Connecticut, a la Universidad de Yale, para seguir la vida del sociólogo durante dos o tres días.

Fueron varias horas de entrevistas, seguidas de otras más de conversaciones informales. Después de tantos años recuerdo su tristeza al rememorar su infancia y los primeros momentos de la guerra y algunas respuestas rotundas .»No, nunca he considerado nacionalizarme norteamericano, no quiero que me pase como a Billy Brandt, que tuvo recuperar su nacionalidad al regresar a su país» -lo que parecía desvelar un interés por regresar a España y jugar un activo papel. Linz volvió muchas veces a España, pero nunca se le ofreció una cátedra y permaneció hasta el final vinculado a la Universidad de Yale.

En aquellos días pude conocer una universidad de élite, tan distinta de la española, una universidad sin grises a la puerta de las universidades. Linz vivía en una agradable y nada ostentosa casa en un suburbio entre bosques y pequeños lagos.

Aunque por supuesto mantenía contactos profesionales con España, tenía un enorme interés por conocer de primera mano el clima de la universidad y de los medios de comunicación. Muy criticado desde la izquierda por considerar al franquismo un régimen autoritario, pero no totalitario, fue uno de esos intelectuales que desde la distancia inspiraron la transición, con sus luces y sus sombras.

Recupero otro recuerdo. Linz tenía un Chrysler, un modelo parecido a los Dodge Dart. Sus colegas le decían que como no se compraba un Volvo, más seguro y popular en los ambientes universitarios.  Y él respondía que aquel coche era un símbolo norteamericano, un coche robusto, del que se sentían orgullosos los trabajadores de la línea de montaje. (¡Qué tiempos en los que los trabajadores podían identificarse con su producto!)

Ahora que se ha ido quiero recordar como homenaje su generosidad personal y la honestidad en todas sus respuestas.

(Para su trayectoria científica, véase la necrológica de Álvarez Junco)

4 respuestas to “Recuerdo de Juan Linz”

  1. pcbcarp Says:

    Otro grande que se va silenciosamente. Su archivo de recortes de prensa, digitalizado por la Fundación Juan March, es una herramienta documental de primer orden para el estudio de los últimos tiempos del franquismo y la transición.

  2. rafaeldiazarias Says:

    No conocía el archivo. Cierto que se pueden hacer investigaciones más exhaustivas en las hemerotecas, pero no con la comodidad de hacerlo en línea. Dejo el enlace para los interesados:

    http://www.march.es/ceacs/biblioteca/proyectos/linz/


Deja un comentario